Retomo la bitácora, para de algún modo, exorcizar mis miedos, dolores y angustias
Ya pasaron 24 horas desde que ella se fue. Me voy dando cuenta que es lo peor y mejor de esta nueva soledad.
Lo mejor, de permanecer solo, es que puedo llorar a mi gusto, en cualquier momento y durante cualquier actividad. Y exactamente así ha ocurrido. Lloro al bañarme, lloro al acostarme, lloro al cocinar, lloro al limpiar, lloro.
Lo peor, lo peor no es estar solo. Lo peor es llegar a la casa y ver que ella no está. Esos momentos en que soy consciente que me dirijo a mi casa. Salgo del trabajo y dejo de estar en automático, percibo la ominosa realidad. No de mi soledad, sino que llego a un lugar vacío, sin ella. Sin su perfume, ni su voz. Ni sus maneras ni manías.
No escuchar su voz llamándome ni molestándome. Tampoco viéndome para ver si estoy bien
También descubrí que cuando encontré felicidad en el cocinar, no era por la comida. Era porque me hacía feliz atenderla. Cocinar para ella. Entiendo exactamente ahora lo de ser feliz al tener un motivo a quien atender. Y mi motivo era ella. Lo descubrí.
Mañana será el primer lunes sin molestarla al despertar, sin preparar un jugo que en realidad era más para ella que para mi. Y también si que ella se despierte a regañadientes para prepararme la fruta que nunca pedía pero que comía feliz.
De momento, no me hallo. Voy dando tumbos. No acabo una actividad. Voy de lavar a limpiar, a ver tv, a ordenar, a catalogar mis películas, al baño, a comer algo, a hacer que cocino.
No tengo certezas, aunque si, solo una. Ella estará mejor sin mi.. es su oportunidad
Entonces, tengo dos soluciones
O evito salir para evitar llegar o salgo mucho más para acostumbrarme a la nueva soledad.
Ya contaré que resolví hacer
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